Tras el letargo invernal, la cepa empieza a despertar durante el mes de marzo. Un mes que parece tranquilo, como de transición, da paso a un nuevo ciclo en la vida del viñedo: el “lloro” y la brotación de las cepas. El viñedo ha dejado a tras su estado de reposo y comienza a absorber la humedad de la tierra. Un proceso que nace desde la raíz y manifiesta que la cepa reanuda la actividad de su sistema.
El ‘lloro’ y la brotación de las cepas
A finales del invierno, comienzos de la primavera, las raíces de las cepas recuperan su actividad, por lo que vuelven a absorber agua y elementos minerales del suelo. Las cepas comienzan a llorar; a gotear un líquido transparente, parecido a nuestras lágrimas, que refleja que la brotación va a comenzar.
La brotación es un proceso crucial en el ciclo de vida de la vid, ya que marca el comienzo de una nueva temporada de crecimiento. En términos generales, la brotación se refiere al momento en que los brotes comienzan a emerger de las yemas de la vid, lo que ocurre después del período de latencia invernal.
No obstante, aunque más o menos podemos determinar que empieza durante el mes de marzo, el inicio de la brotación dependerá de diversos factores: como la variedad de uva, la ubicación geográfica del viñedo, la temperatura, la humedad, la exposición solar, entre otros. Por ejemplo, las variedades de uva tempranas tienden a brotar antes que las variedades tardías, mientras que los viñedos situados en climas más cálidos pueden brotar antes que aquellos en climas más fríos.
Es importante que la brotación ocurra de manera uniforme y sin daños, ya que esto puede afectar la producción y calidad de la uva. Por lo tanto, los viticultores suelen prestar mucha atención al proceso de brotación, monitoreando las condiciones del viñedo y realizando prácticas agrícolas apropiadas para asegurar una brotación saludable.
Algunas prácticas comunes para promover una buena brotación en el viñedo incluyen la poda adecuada de los sarmientos en invierno, el manejo de la exposición solar y la nutrición y riego apropiados. Los viticultores también pueden tomar medidas para proteger los brotes de los daños causados por enfermedades, plagas y condiciones climáticas adversas.